Labirinto de Breoghán Ocio verde para todos

El mayor laberinto de la Península

En el año 2017 en el ayuntamiento de Vilarmaior (A Coruña) se inaugura la Ruta de los Petroglifos, dando así a conocer la mayor concentración de petroglifos de Galicia. En este entorno rural, alejado del estrés diario y junto a este mágico lugar decidimos plantar los más de 4.000 árboles que dan forma de cruz celta al laberinto más grande de la península (6120 m2). Tanto aquellos que grabaron los petroglifos como nuestros antepasados celtas disfrutaron de esta tierra mágica, esperamos que también vosotros lo hagáis cuando vengáis a visitarnos. La vida moderna nos separa de la tierra y de sus ritmos, que siguen siendo los nuestros. Caminemos de vuelta a los orígenes, a una época donde la naturaleza nos sumergía en todo su esplendor, lejos de los artificios hoy presentes. Volvamos a los valores de nuestros antepasados: el amor por la tierra, por la naturaleza, y el ocio junto a la familia y amistades.

Un lugar singular

El concepto de laberinto está claro: un intrincado lugar, de fácil acceso, y del que es difícil salir. Lo que no está tan claro es dónde se realizó el primero, en qué se basó su inventor, qué significado tenía para las sociedades primitivas y por qué ha fascinado históricamente a egipcios, indios, budistas...

Es difícil fechar los laberintos más antiguos, porque casi todos son petroglifos. Los petroglifos son representaciones simbólicas grabadas en piedra que registran hechos o mitos, pueden tener forma de animales, figuras humanas, diseños circulares tallados a la entrada de tumbas... En Galicia es bien conocida la Pedra do Labirinto de Mogor o la de Meis. Los petroglifos son una presencia silenciosa que acrecenta ese aura de misterio que rodea el paisaje gallego. Al igual que los petroglifos, también los laberintos tienen un componente místico. Estos representaban el viaje de la oscuridad a la luz o la sabiduría secreta descubierta tras la superación de una prueba.

El significado primitivo más probable del término laberinto es el de ‘símbolo protector’. Una de las leyes de la magia obliga a delimitar los espacios con signos protectores, como laberintos o redes, etc., instrumentos necesarios para nautralizar a los malos espíritus, encontrar comida, paralizar al enemigo... El hecho de que se hallen también en muchas tumbas parece indicar que se trata de símbolos funerarios protectores, que calman a los muertos y alejan a los intrusos. O de mapas del más allá para guiar al alma.

Para los celtas, el laberinto significaba el aprendizaje mediante la observación del mundo que nos rodea. Para ellos los diferentes planetas se movían en círculos y, según sus deducciones, la conformación del universo tenía forma de espiral celta.

De todos los signos celtas, el significado del laberinto encierra la creación, la sabiduría, los cambios de suerte, entre otros aspectos, porque está basado en los giros que hacen los planetas y el cambio de las estaciones.

Algunos historiadores sitúan el laberinto más famoso en Glastombury (sur de Inglaterra), rodeando la colina de Tor e identificando este como Ávalon, la legendaria isla de la mitología celta. Y si hablamos de mitología celta no podemos dejar de nombrar a Breoghán. El Leabhar Gábhala, libro de las Invasiones Irlandesas escrito por monjes irlandeses en el siglo XII, recoge una leyenda que cuenta como el rey celta Breoghán funda la ciudad de Brigantia (A Coruña), y construye la Torre de Breoghán, posiblemente precursora de la Torre de Hércules.

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